ALEHOOP, un proyecto europeo financiado por Sustainable Bio-Based Europe, ha utilizado con éxito biorrefinerías a escala piloto para recuperar proteínas sostenibles a partir de macroalgas (algas marinas) y subproductos de leguminosas.
Las proteínas recuperadas podrían utilizarse para producir alimentos y piensos de alto valor, como alternativas a la carne, aperitivos y bebidas deportivas. El proyecto ha realizado numerosas pruebas de seguridad para garantizar que las proteínas cumplen los requisitos normativos y los obstáculos del mercado.
Calidad constante
Las algas marinas son una fuente de proteínas muy sostenible, ya que no necesitan tierra ni agua dulce para crecer y pueden beneficiar a los ecosistemas marinos. Por su parte, el procesado de las legumbres genera subproductos como la cubierta de las semillas, las cáscaras, las semillas rotas y las hojas, que normalmente se desecharían; por tanto, las proteínas elaboradas a partir de estos subproductos tienen una huella de carbono muy baja.
Uno de los retos a los que se enfrenta el proyecto ALEHOOP es que la calidad y la cantidad de algas disponibles pueden variar según la estación y el lugar. Por ello, el proyecto ha tenido que optimizar su proceso para garantizar la producción constante de proteínas de alta calidad.
Aumentar la seguridad alimentaria
El éxito de la extracción a escala piloto de proteínas a partir de algas y subproductos de leguminosas se ha descrito como un «hito importante», y el proyecto entrará ahora en su fase final. En ella se validará el uso de las proteínas en alimentos y piensos.
Otro proyecto de la UE que produce alimentos a base de algas es FunSea, cuyo objetivo es mejorar la calidad nutricional y la seguridad de las algas pardas y verdes cultivadas. El proyecto trabaja para desarrollar productos alimentarios sostenibles en un plazo de tres años, con la ayuda de socios como la empresa emergente de productos del mar BettaF!sh.
«Este logro representa un gran paso hacia el suministro de proteínas alimentarias sostenibles y de bajo coste que pueden ayudar a reducir la dependencia de la UE de las proteínas importadas, al tiempo que aumentan la seguridad alimentaria, contribuyen a la bioeconomía circular y ayudan a mitigar los efectos del cambio climático», ha declarado Nuria Valdés Mediavilla, directora del proyecto en Contactica Innovation.