Las políticas actuales sobre el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y las subvenciones agrícolas son obstáculos importantes para lograr un sistema alimentario sostenible y justo. Aunque estas herramientas financieras se diseñaron para promover la estabilidad económica y el crecimiento en el Reino Unido y la UE, ahora contribuyen involuntariamente a la desigualdad y al daño medioambiental, favoreciendo a las industrias cárnicas y lácteas tradicionales.
En el último artículo de New Food Hub, ProVeg International desglosa el panorama actual del IVA y las subvenciones en el Reino Unido y la UE y analiza cómo los responsables políticos y las empresas pueden trabajar para crear un sistema alimentario más justo.
El problema del sistema actual
En muchos países, el sistema del IVA va en contra de los alimentos vegetales. La carne y los productos lácteos se benefician a menudo de tipos impositivos más bajos o incluso de exenciones, mientras que las alternativas vegetales se gravan con tipos más altos. Esto hace que los productos animales sean más baratos de comprar y puede dar a entender a los consumidores que son mejores opciones, aunque su producción sea mucho más perjudicial para el medio ambiente.
Además, las subvenciones se destinan mayoritariamente a los productores de carne y productos lácteos. En la Unión Europea, por ejemplo, cada año se destinan miles de millones de euros a estas industrias. Estas subvenciones reducen los costes de producción de los productos animales, mantienen bajos sus precios de mercado y dificultan la competencia de los alimentos vegetales. Como resultado, la gente acaba comprando más carne y lácteos de los que compraría en otras circunstancias, lo que no es bueno ni para su salud ni para el planeta.

Argumentos para el cambio
Reformar el IVA y las subvenciones no es solamente una cuestión de dinero, sino de hacer lo correcto. Si ajustamos estas políticas, podemos ayudar a la gente a elegir mejor alimentos que sean buenos para ellos y para el medio ambiente. Si bajamos el IVA de los alimentos vegetales, podemos hacerlos más asequibles y atractivos. Esto también marcaría un cambio social hacia la valoración de la salud y la sostenibilidad.
Redirigir las subvenciones de la carne y los lácteos a las proteínas alternativas también tendría grandes beneficios. Fomentaría el desarrollo de más y mejores productos vegetales, haciéndolos más accesibles y atractivos. Se incentivaría a los agricultores a adoptar prácticas sostenibles, reduciendo el impacto medioambiental de la agricultura. Las dietas serían más sanas, con menos enfermedades crónicas, porque la gente consumiría más alimentos vegetales.
¿Cómo podemos hacer realidad este sistema alimentario más justo? Visite el New Food Hub para leer el último artículo de ProVeg y descubrir los pasos que pueden dar tanto los responsables políticos como las empresas para ayudar a igualar las condiciones de las proteínas alternativas.