Investigadores de Técnico Lisboa, la Escuela de Ingeniería, Tecnología y Ciencia de la Universidad de Lisboa, han logrado producir filetes de lubina cultivados mediante bioimpresión 3D. Los investigadores afirman que se trata de una primicia mundial.
Los primeros intentos produjeron finas lonchas de sashimi, aunque los avances actuales han dado lugar a filetes de hasta seis centímetros de grosor, que presentan la textura característica de la lubina, así como su aroma, debido a las biotintas a base de microalgas utilizadas para la bioimpresión, explica Técnico Lisboa.
La investigación en el cultivo de peces comenzó en 2019 como parte de un proyecto para la unidad curricular de Emprendimiento que tenía como objetivo desarrollar pescado para sushi. Desde entonces, la investigación ha continuado en el laboratorio del Instituto de Bioingeniería y Biociencias (iBB), y el equipo ha pasado de cuatro investigadores en 2020 a 15 miembros, entre ellos Diana Marques, estudiante de doctorado en Bioingeniería (imagen destacada).
«Los dos últimos años han sido maravillosos en términos de progreso. A veces, cuando entras en el laboratorio, huele a pescado; algunos bromean preguntando si esto es un puesto de mercado», dice Frederico Ferreira, profesor de Técnico Lisboa e investigador del iBB, que también dirigió el proyecto Algae2Fish para desarrollar biotintas a base de algas financiado por el Good Food Institute con 215.000 euros en 2022.
Células madre, biotintas e impresoras 3D reutilizadas
Tras obtener células madre sin sufrimiento animal -motivo clave de la investigación-, los científicos se centraron en la diferenciación celular para producir músculo y grasa, los componentes esenciales de la carne y el pescado. El siguiente paso consistió en crear biomasa de gran tamaño para formar productos sencillos, como nuggets, o más estructurados, como filetes o bistecs de pescado, utilizando tintas alimentarias y bioimpresión 3D.
Afonso Gusmão, estudiante de doctorado e investigador del iBB, adaptó una impresora 3D comercial de microplásticos; por su parte, Diana Marques (durante su tesis de máster) desarrolló las biotintas que contienen células de lubina para cumplir diversos parámetros como la viscosidad, la temperatura de impresión y la idoneidad para el consumo humano.
Según el anuncio, Gusmão está desarrollando biorreactores que utilizan pequeñas descargas eléctricas para alinear los cultivos celulares, mejorando la textura fibrosa y la estructura del filete y mejorando la experiencia del consumidor. «Si creamos estas fibras, podremos ofrecer texturas y estructuras al filete que no podríamos conseguir de otro modo», declaró Gusmão a Técnico Lisboa.
El sabor del futuro
Ahora que los filetes cultivados son una realidad, el equipo tiene previsto realizar pruebas de sabor de los filetes de lubina cultivada con el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA), que comparará estos prototipos con el pescado de piscifactoría convencional.
Las catas públicas están actualmente restringidas en la UE, con excepciones en los Países Bajos. Singapur (pollo y codorniz), Estados Unidos (dos productos de pollo) e Israel (ternera) ya han aprobado la carne cultivada.
Los investigadores se muestran optimistas ante la posibilidad de que la carne cultivada entre en el mercado de la UE en los próximos años, a la espera de cambios legislativos y de la aceptación de los consumidores.
El marisco cultivado tiene potencial para satisfacer la creciente demanda de alimentos del futuro sin comprometer la salud ambiental. «Necesitamos, en este momento, una forma de producir carne y pescado de forma sostenible», dijo Diana.
«Fabricaremos tejidos animales de consumo para satisfacer de forma más sostenible las necesidades [alimentarias] que tendremos en las próximas décadas», añadió Ferreira.
En un logro similar en marisco cultivado, la startup estadounidense de marisco cultivado Atlantic Fish Co. ha desarrollado un prototipo híbrido de lubina negra cultivada llamado «bass bite».